Un anagrama de ideas sobre el arte, la forma y el cine
Maya Deren

traducción de Elena Arguedas González
año de publicación: 2020
páginas: 88
formato: 14,9 cm x 20,6 cm
En mi caso, siempre me ocurre que debo ignorar mis declaraciones anteriores. Después de terminar la primera película, cuando alguien me pedía que definiera el principio que plasmaba, respondía que la función del cine, como la de las otras formas de arte, era crear experiencias: en este caso, una realidad semipsicológica. Pero, posteriormente, la creación de la segunda película me obligó a contestar con un énfasis completamente distinto. Esta vez, decía que la realidad debía explotar la capacidad del cine para manipular el tiempo y el espacio. Para la tercera película, había vuelto a cambiar el énfasis: insistía en una integridad fílmicamente visual para crear una necesidad dramática en sí misma, en lugar de depender o proceder de un desarrollo dramático subyacente. Ahora, sobre la base de la cuarta, siento que todos los otros elementos se deben retener, pero que se les debe prestar especial atención a las posibilidades creativas del tiempo, y que la forma en conjunto debería ser ritualista (tal como defino el término más adelante en este ensayo). Creo, por supuesto, que ha habido una suerte de evolución; y siento que uno de los síntomas de la continuación de este desarrollo sería que la creación propiamente dicha de cada película, más que ilustrar conclusiones previas, exige otras nuevas: así, la teoría puede permanecer dinámica y volátil.