Belleza
B. H. Fairchild

traducción de Ezequiel Zaidenwerg
obra en tapa: Juan Carlos Ruiz Soto
año de publicación: 2021
páginas: 30
formato: 13,5 cm x 13,5 cm
Eso no era algo bello. El gobierno. No es bello, aunque un hombre jamás
usaría ese término. Una vez, mi tío Ross de California,
que había venido a casa un domingo a cenar,
le dijo a mi mamá que su centro de mesa era “divino”,
y mi papá se levantó y se fue, claramente irritado por el término “divino”,
quizás sumado a lo que representaba California para él,
y a que a mi tío le gustaba bailar tap. La luz de las persianas venecianas,
la luz plateada y otoñal de Kansas, que bañaba la mesa ese domingo,
es lo que ahora recuerdo, por lo bella que era, aunque en ese momento
no habría dicho eso; bella como lo son tantos momentos
que se olvidan y luego se recuerdan, que vuelven a nosotros
en un rapto de luz: son bellos en sí mismos,
pero son aún más bellos al mezclarse en el recuerdo,
la luz sobre la mesa dispuesta con esmero por mi madre
y la silla vacía al lado de mi tío, la luz que se filtraba
por los listones verdes de plástico en el techo del taller mecánico
en donde trabajé con mi papá tantas tardes, parado o agachado
entre charcos de luz y de sudor, con hombres que sabían
lo que significaban en verdad el trabajo, el dinero y otras cosas
duras y verdaderas, y que jamás, en ningún caso, usaban la palabra belleza.